Colombia, la cortina de humo predilecta de Nicolás Maduro


Con el presidente Hugo Chávez las relaciones entre Caracas y Bogotá atravesaron evidentes altibajos, momentos de calma y tensión hilados por la fuerte personalidad del entonces mandatario venezolano que convirtió a Colombia en un tema recurrente de su discurso.

Una carta jugada a discreción que le permitió a su gobierno definirse como muchas cosas, por ejemplo, como un intermediario necesario para el proceso de paz o como víctima del narcotráfico y el conflicto interno.

Pero bajo las riendas del actual presidente, Nicolás Maduro, el Gobierno acortó los altibajos en el “tema colombiano” y durante el último año lo convirtió en parte integral de su agenda política como una especie de vórtice que le genera todo tipo de sinsabores y problemas.

Así justifica medidas como el cierre de frontera que ordenó la noche del miércoles, quejas sobre el “éxodo colombiano” que “tiene al país al límite” y la declaración el viernes del estado de excepción en cinco municipios de Táchira por 60 días, tal vez prorrogables. Maduro indicó que con el estado de excepción busca “extirpar los tumores malignos del paramilitarismo colombiano, las bandas criminales de Colombia que han sido traídas” a Venezuela, y a las que vincula con el contrabando y un plan de desestabilización política.

Analistas consultados evalúan la situación como una cortina de humo con la que el mandatario busca sortear la difícil situación interna.

“Al igual que señala a EE. UU. por el antiimperialismo, Colombia es un trapo rojo para su política exterior y para la conducción del presidente Maduro, quien cree que con eso puede movilizar a su favor a la población y mantener los apoyos que tanto necesita en este momento de crisis y antesala electoral”, le dice a EL TIEMPO el politólogo Carlos Romero. “Es desafortunado porque casi siempre se refiere a Colombia en una onda despectiva incluso con elementos de chauvinismo y racismo”, agrega. (Además: Cierre de la frontera perjudica a mucha gente de ambos lados: Santos)

Un breve recuento de roces parece confirmarlo. Bastó que en mayo del 2013 el presidente Santos recibiera al excandidato opositor Henrique Capriles para que Maduro describiera la escena como una “puñalada por la espalda a Venezuela”. Un momento que le sirvió para asegurar que en Colombia se preparaba un rocambolesco atentado en su contra.

“Lo tengo que decir porque tiene que ver con mi vida”, dijo entonces Maduro. “Llegó a Colombia un grupo de expertos americanos con un veneno y están preparados para venir a Venezuela a inocularme el veneno a mí. No para que me muera un día, no, para enfermarme”, señaló.

Fueron meses en los que comenzaba a perfilarse la magnitud de la crisis económica que azota a Venezuela, con la escasez y el desabastecimiento tocando la puerta de los anaqueles y la violencia en las calles cobrando hasta 20.000 muertes al año.

La guerra económica

Meses también en los que el presidente venezolano señaló al expresidente Álvaro Uribe como el jefe de un plan para asesinarlo e infiltrar paramilitares. “Cuidado Venezuela, cuidado, que detrás de esto puede estar la mano de Álvaro Uribe”, dijo con motivo de varios crímenes que impactaron a la opinión pública venezolana.

Para el Gobierno venezolano la contracción de las finanzas es producto de lo que bautizó como una “guerra económica” en la que –además de la derecha– Colombia también tendría responsabilidad con el contrabando de extracción y las remesas enviadas por los colombianos residentes en Venezuela.

Por ello eliminó estos envíos hasta la fecha, generando la queja de Bogotá, que en febrero de 2014 rechazó además el maltrato y deportación de al menos 200 colombianos y pidió respeto a los derechos humanos en el marco de las protestas estudiantiles en contra de su gobierno. (Lea: ¿Qué implica el estado de excepción decretado por Maduro en frontera?)

Ello le ganó inmediata y furiosa respuesta del venezolano: “¡Ya basta carajo! (…) Ya basta de que se metan en los asuntos internos de nuestra patria”.

Al cierre parcial de la frontera ordenado por Maduro a fines del año pasado se juntó además su acusación de que el paramilitarismo organizó y ejecutó –apoyado por la oposición– el asesinato del diputado Robert Serra de la mano de un colombiano apodado el ‘Colombia’. Y así sucesivamente. En 2015, las quejas de Maduro sobre Colombia solo han empeorado.

En febrero le tocó el turno a la prensa colombiana, a la que acusó de ejecutar una “campaña de manipulación, odio y mentiras contra Venezuela”.

Luego, en junio, presentó la queja ante el embajador Ricardo Lozano, pues el expresidente Felipe González –quien realizó una visita para apoyar a los presos políticos venezolanos– abandonó el país en un avión de la Fuerza Aérea Colombiana que lo llevó a Bogotá, como parte de las gestiones por los diálogos de paz.

Quejas públicas y vehementes que tienen en el nuevo cierre de frontera su capítulo más reciente, pero seguramente no el último.

“El tema central del Gobierno venezolano es buscar a un culpable externo de todo lo que está mal”, afirma el profesor e internacionalista Gerardo Arellano, en una radio local.

Romero añade que “el gobierno de Venezuela está jugando cerrado y con una visión ortodoxa de que todo el mundo quiere desestabilizarlo. Culpar a los colombianos que residen en Venezuela o que van y vienen de los males del país es no tener claro lo que está pasando. Más bien hay colombianos regresando a su país y venezolanos que están migrando a Colombia”.

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