Por: Jorge Rolón
Con frecuencia, la prensa publica el mal estado de las casas de la cultura y no escapa la casa natal del general Francisco de Paula Santander en Villa del Rosario, que debería ser el más importante patrimonio cultural del país, de acuerdo a la historia y tradición que representa para Colombia.
Quienes no la conocen más que por referencias, interrogan por lo que se imaginan, un centro de gran envergadura y conservación arquitectónica, radiante de respeto por su contenido histórico y cultural.
Pero no. La casa natal de Santander en Villa del Rosario que debía ser sitio obligado y orgullo de propios y extraños, presenta un aspecto muy diferente, lejos de la realidad, colindando más bien con el abandono.
La maleza, los animales domésticos, los vándalos, los viciosos y hasta el descuido son su característica por negligencia de los encargados sin dejar de responsabilizar a la Alcaldía del Municipio Histórico y a la misma Gobernación del Departamento.
Dicho lugar, templo de respeto, es alquilado para cualquier fiesta, sin reparo alguno, donde se baila, se come y se bebe hasta sin medida, muy alejado del verdadero significado a tan especial lugar, pues se mira más con sentido mercantilista.
No nos apartamos que ciertas celebraciones se hagan allí, pero sin bochinche, sin exageraciones de rumba y de irrespeto.
Si la casa natal del general Francisco de Paula Santander estuviera en cualquiera otra ciudad, como la Quinta de Bolívar en Bogotá, o la Quinta de San Pedro Alejandrino en Santa Marta o monumento nacional en otro lugar, sería no solo un buen atractivo turístico, sino una acción de consideración y respeto como homenaje y reconocimiento, por ser la cuna del Hombre de las Leyes y el campanario de la Libertad. ¿O me equivoco?
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