Por: Alberto Jaimes Rolón
El cambio generacional, dice ser el lema de varios partidos en Villa del Rosario, los líderes de siempre (o viejos caciques) son los que se mantienen en la esfera más alta del poder. Las caras nuevas en muchos casos, se estancan.
Por eso se dice que “la experiencia no se improvisa”, lo que puede ser verdad en la mayoría de casos, incluyendo en la política. Lo cierto, es que los partidos deben modernizarse y permitir que nuevas figuras lleguen. No obstante, la realidad es bien diferente.
Es habitual escuchar que algunos rosarienses dicen: qué concejal, qué diputado o qué candidato tan joven. Nuevos nombres surgen y suenan con fuerza, pero lo curioso es que llega un punto en que se estancan, y no por que sean malos en su ejercicio, en el caso de los corporados, sino porque arriba de ellos hay un ‘cacique’ montado desde hace años y arriba de él parece que no hay nadie.
Parece que los partidos tienen una rotación ‘de talentos’ pero de manera superficial, a los viejos líderes, les cuesta (y mucho) dar un paso al costado, o codirigir con alguien más, en especial si es más joven.
Así las cosas, la promesa de refrescar las colectividades, es lo más parecido a tomarse una gaseosa cuando se tiene sed; después de beberla, a los cinco minutos, tal y como dice el refrán popular: vuelve a estar seco’, porque la frescura solo era apariencia.
Con las nuevas generaciones está pasando lo mismo, ‘quitan la sed’, son la cara para mostrar que los partidos tienen cabida para todos, pero en realidad, esas figuras no pueden hacer nada que los jefes políticos no aprueben.
Pese a esto, debo decir que algunos de los actuales líderes políticos de Villa del Rosario son jóvenes, pero los dueños del contacto, entre nuestros pequeños burócratas y el poder central, son tres o cuatro personajes de segunda edad (entre los 50 y 65 años).
Por lo tanto yo creo que el relevo generacional termina siendo 'Paja', si a estos dirigentes del municipio no los reconocen en Bogotá, que es desde donde se manejan los partidos políticos. Allá es donde hay que ir a figurar, a mostrar el trabajo que se viene realizando en las regiones. Aún no han llegado hasta allá los jóvenes rosarienses, porque los viejos no sueltan y los nuevos no tienen vuelo tan alto.
El cambio generacional en la política es complejo, puede darse y es necesario, pero se presentan varios problemas. Primero, muchos de nuestros jóvenes no creen en política; segundo, muchos de los que están ahora inmersos en ella y que les gusta, es porque es una herencia de sus padres o familiares, es decir, en muchos casos las nuevas promesas, son hijos o las parejas del senador, del representante, del alcalde, diputado, concejal o sobrinos, o primos, o hermanos. Tercero, hay jóvenes interesados en hacer carrera política, buenos, que no son delfines, pero a los que les ponen talanqueras para poder subir. Uno puede que los vea en corporaciones, pero cuando de allí quieren saltar a otro cargo por votación, ‘la torta’ se voltea, y por lo general los jefes de los partidos los ilusionan, pero no los apoyan, tal fue el caso de Octavio Martinez, a quien nunca le permitieron que extendiera sus alas y volara a lo alto. Por esto, quienes no soportan tal desprecio se van con otros, que puedan ofrecerles entre otras cosas, estabilidad y respeto como líderes.
La única forma de que se de un cambio, es que los mismos partidos jueguen con reglas claras desde un principio y apoyen a quien quiere hacer carrera y a quien muestra un buen desempeño, sin importar la edad.
Desde hace tiempo los partidos dicen que necesitan otro aire, e incluyen a jóvenes en sus equipos y nóminas para mostrar que todos tienen cabida. Curiosamente el Partido Liberal, ha sido uno de los que más promueve esto en palabra, porque en hechos los líderes son los mismos de siempre. Caso contrario y curioso pasa con el partido Conservador, que ahora parece tomar un segundo aire con el diputado Camilo Silva, quien es calificado como el hombre de la renovación Conservadora. Como él ya es hora que los jóvenes estén atrás del estrado, deberían empoderarse de su liderazgo y unirse en pro de mostrar algo nuevo y que prometa cambio y mejores aires a los electores.
En el partido Liberal por ejemplo, el jefe se mantiene desde hace tiempo y es el ministro de Interior, Juan Fernando Cristo. También buen ‘arrastre’ tiene el ex concejal y ahora precandidato Eugenio Rangel, mientras que otros son figuras jóvenes que tratan de escalar o que empiezan a sonar (los nuevos que aspirarán a corporaciones). En los Conservadores hay dos vertientes, una la del senador Juan Manuel Corzo Román y otra la del representante Juan Carlos García (que tiene un buen grupo de apoyo).
Por La U, el senador Manuel Guillermo Mora y el representante Wilmer Carrilo, son los que ‘mandan la parada’ y de caras nuevas para regresar a las corporaciones no resalta nadie interesante, incluso una de sus jóvenes promesas como el ex concejal, Gerson Ruiz renunció para buscar la candidatura a la alcaldía por el Centro Democrático. Para la alcaldía figura Jesús Castañeda, una persona con formación profesional, experiencia en la política y en el sector público; para quien debe ser indispensable sumar figuras jóvenes en su equipo de trabajo y así consolidar esa mezcla explosiva entre experiencia y juventud. Por Cambio Radical, quiere sentar posición el joven concejal, Rene García que con gran acierto se ha mantenido distante de la indescifrable Pilar Garay.
En el Centro Democrático, el jefe es el ex candidato a la alcaldía Laurentino Jaimes Gamboa, sin embargo, desde allí dicen que quieren a personas jóvenes, profesionales y con capacidad gerencial.
Para muestra un botón, Pablo Mariño, Gerson Ruiz y Fernando Alviarez, poseen estas características y se destacan por su dinamismo y juventud.
También se comenta que para la elección del candidato a la alcaldía por el Centro Democrático, sería decisión de Laurentino Jaimes, pues él fue uno de los que más apoyó y promovió la candidatura Presidencial de Óscar Iván Zuluaga.
Como podemos ver, el panorama del relevo generacional en Villa del Rosario no es muy claro, por tanto mientras no exista un verdadero empoderamiento de la política por parte de los jóvenes, este tema seguirá siendo pura 'Paja'.
LA PAJA DE ALBERTO
ResponderEliminarLástima; el título del artículo era prometedor. Porque en todo su contenido es muy conciliador con los candidatos de siempre y con los manejos amañados de la politiquería regional que lo único que quieren es saltar a la yugular del presupuesto municipal, según ha hecho carrera en la historia de los últimos 30 años. Con ellos no hay alternativas de cambio, mi estimado Alberto, mientras manejen los desacreditados partidos con la miopía que no ve más allá de la cuota burocrática y la mordida presupuestal. Son parte del engranaje del viejo estilo de hacer política (yo, primero, yo segundo, yo tercero). Ninguno de los que asoman las orejas para el próximo debate electoral, por ejemplo, es prenda de garantía para el desarrollo, como no sea el de ellos mismos (aventajados discípulos al fin y al cabo de quienes han medrado a expensas del dinero de los rosarienses).
Ahí están en su verdadera dimensión, fruto del carrusel de las contrataciones y la venta de nuestro patrimonio inmobiliario, en un patetismo que raya en el descaro, las mansiones de los que han sido alcaldes "populares"; sus propiedades en Venezuela (tierras y supermercados); las fincas en Lahuchema y Palogordo con el pretexto de "proteger las cuencas y microcuencas del río Táchira"; las cabañas en Chinácota; los terrenos ejidos que se autoadjudicaron para montar sus chircales en los cerros de Villa del Rosario y Juan Frío durante sus manejos protervos; las fábricas de mallas y de bolsos que fortalecieron con los dineros públicos; y pare de contar. A eso es lo único que le apuntan todos estos candidatos; pues, es un lugar común en la cadena de impunidad, que ningún alcalde investiga a otro. Y algo todavía más insólito en nuestro microuniverso macondiano: se suspende a un alcalde por una patochada administrativa (crear unos cargos sin autorización) por parte de los organismos de control, pero jamás por enriquecimiento ilícito que es el enorme rabo que arrastra cada uno de ellos.
Por tanto, es una verdad de Perogrullo que no habrá cambios significativos en el municipio mientras perviva la manera desvergonzada de hacer política a través de la dádiva personal; del sánduche y el sancocho; de la teja, el cemento y el ladrillo. Mientras los cocineros de barro sigan chantajeando a los candidatos con su respaldo a cambio de los cargos claves de la administración y de no modificar el POT que los obligue a sacar sus chimeneas de la ciudad; mientras los caciques del departamento nos sigan considerando la despensa de sus votos a cambio de corbatas para sus mandaderos y lagartos; mientras las elecciones sigan siendo patrocinadas por la sociedad del crimen organizado con dineros del narcotráfico, el contrabando y la extorsión; mientras el actual sistema electoral excluyente y discriminador con el que se blindan los “padres de la patria” (el umbral, la bancada, voto preferente, etc.) destierre la posibilidad democrática de participar en un mismo pie de igualdad y con garantías de sus derechos fundamentales, a las organizaciones populares distintas a las momias de los partidos tradicionales.
Lo demás, entre eso las “generaciones de relevo” inoculadas por la vieja concepción, es “pura paja”, mi querido Alberto.
En fin, el artículo que prometía por la grandilocuencia de su título abrir un debate interesante entre la juventud con fiebre en los cañones reclamando la apertura de los partidos, terminó siendo un guiño, una absolución a la manera podrida de hacer política en nuestro medio. Pues, como están las cosas, y según apunta el contenido del mismo, lo único que cabe esperar de las generaciones ávidas de protagonismo es el relevo multicolor de corbatas y la “doctorización” de cada uno de ellos, a juzgar por la única actividad que han hecho hasta ahora: disputarse “el privilegio” de posar al lado de los barones electorales que quieren emular para ser los continuadores de la coima y la cuota burocrática desplazando a los muebles viejos de siempre de la politiquería regional.