18 agosto 2014

Gasolina: ese regalo que no perderá atractivo


De este lado, Venezuela; el país con la gasolina universalmente más barata, a razón de 0,015 dólares el litro. Por el otro, Colombia; cuyo combustible es el cuarto más caro del mundo, a 1,20 dólares por litro. Al cruzar la línea fronteriza, el llamado oro líquido se revaloriza 80 veces.

En Táchira se consumen entre 80 millones y 90 millones de litros de gasolina al mes, pero las autoridades calculan que cerca de 20 millones de litros se fugan por los caminos del contrabando.

En las estaciones de servicio de Cúcuta el galón, o recipiente con capacidad para 3,7 litros, se cotiza en cuatro mil 200 pesos. Y en el mercado informal la pimpina de 20 litros ronda los 22 mil pesos. Igualar los precios binacionales, según la tasa de cambio vigente, supondría elevar el irrisorio costo actual hasta alrededor de 45 bolívares por litro. Una hipótesis imposible.

El Gobierno nacional finalmente desempolvó la revisión al sistema de precios de los combustibles. El 31 de julio el presidente Nicolás Maduro convocó a un debate sin complejos, aunque ocho días después le restó apuro a la fijación de nuevas tarifas. “Puede ser en un mes, en un año, en diez años”, flexibilizó.

Estructura insostenible

Ya lo ha asomado el ministro de Petróleo, Rafael Ramírez: el alza no llegará a los valores del mercado internacional. Otros voceros gubernamentales reconocen que el aumento en sí mismo, sea cual sea, no va a ser la solución al flagelo del contrabando.

Nellyver Lugo, vocera de la Comisión para el uso de combustible, enmarca la medida como parte de un plan. Confía en que el ajuste (“no podemos hablar de aumento cuando la estructura de costos está muy por encima del precio al que realmente se vende”, diferencia) ayudará a la lucha contra el microtráfico y augura que, evidentemente, tendrá un impacto importante, como ya ha ocurrido con otros rubros. “Se sinceraron los precios de la carne y del pollo y ha disminuido el contrabando”, ejemplifica.

Si no detendrá la fuga, ¿por qué hacerlo? Porque los precios actuales son insostenibles. Según estudios, el costo de producir y distribuir gasolina le significa al Gobierno cerca de 4,5 bolívares por litro. “Es ilógico que el Estado venezolano esté subsidiando la gasolina en esas dimensiones y proporciones (…) La política del subsidio al combustible debe disminuir a su máxima expresión y debe darle paso a la sinceración de precios”, explica Lugo.

¿Déficit fiscal?

La representante del Legislativo en la Comisión para el uso de combustible aclara, de entrada, que no se trata de una necesidad estatal de dineros adicionales. “La nación cuenta con los recursos necesarios producto de la explotación del petróleo, pero también de la diversificación en otras áreas importantes que han permitido los reajustes fiscales”, argumenta.

El mes pasado Dagong Global Credit, la principal calificadora de riesgo de China, calculó en 14,7% el déficit fiscal de Venezuela. “Esto quiere decir que los gastos del Estado están siendo 14,7% más altos que los ingresos”, ahonda el economista y magíster en estadística Ángel Alvarado. A esto agrega que el país ostenta el segundo endeudamiento más alto de América Latina: la deuda actualmente llega a 52%, en una economía con comportamiento histórico en torno a 20%.

“La burguesía dice que necesitamos fondos urgentemente porque estamos ahogados, pero no es así”, descartó el presidente Nicolás Maduro, el mismo día que abrió el debate.

El economista Alvarado observa dos maneras de ajustar las cuentas: reducir el gasto público y aumentar los ingresos. Pero, de inmediato advierte: no es correcto pedir al venezolano que se sacrifique mientras el Estado sigue manteniendo subsidios a otros países. “El Gobierno es el primero que debe ajustarse el cinturón”, metaforiza, al instruir que Miraflores tiene que tomar las medidas fiscales correctas y en el orden correcto.

La ruta necesaria

Para Juan Luis Martínez, ingeniero especialista en el mercado interno de hidrocarburos, ese conjunto de medidas fiscales pasa por tres estaciones. Primero, el aumento de la gasolina debería plantearse dentro de una estrategia de precios a mediano y largo plazo, para mitigar las distorsiones que se han ido acumulando.

En segundo lugar, debería efectuarse tras un conjunto de estudios de impacto en los costos de bienes y servicios, asegurando los acuerdos necesarios con los gremios, para evitar que esto se convierta en una lluvia de planteamientos y de conflictos que disparen tarifas y fletes injustificadamente.

Por último, los resultados deberían comunicarse de manera transparente a los ciudadanos, explicando cuál será el destino de los recursos adicionales. El jefe del Estado ha precisado  que las ganancias, que estima oscilarán entre 40 millardos y 100 millardos de bolívares, irán al Fondo Social Central de Inversión y se dividirán en cinco tantos iguales para Misión Vivienda, becas universitarias, Misión En Amor Mayor, Patria Segura y obras públicas.

De estos pronósticos numéricos se desprende que, en cualquier caso, seguirá habiendo un margen de subsidio, en el entendido de que anualmente Pdvsa sufraga 79,3 millardos de bolívares en toda la estructura de costos (calculados a tasa de 6,30 bolívares por dólar). Dicho de otro modo: producir gasolina en Venezuela cuesta 28 veces más que venderla. Al menos por ahora.

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